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Empieza tus vacaciones ¡con buen pie!

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Rozaduras, hongos, ampollas… Toma nota de nuestros consejos para mimar tus pies en los meses de verano.

El verano es, no hay duda, la época del año en la que deberíamos tener mas precaución en el cuidado de los pies. Andar con ellos descubiertos o descalzos hacen que esta zona del cuerpo, que suele estar cubierta, sea más sensible y que sean más visibles sus problemas. Con la ayuda de Meritxell Martí, propietaria de la Farmacia Meritxell, vamos a darte una serie de consejos para que afontes del verano ¡con buen pie!

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¿Cuáles son los principales problemas?

1. Durezas
La piel de las plantas del pie es más gruesa, lo cual es normal si pensamos la función que tiene; es lógico que sea así, pues ha de resistir más, tanto el apoyo del peso como el contacto con el suelo o los zapatos.

Sin embargo, cuando la piel engrosa demasiado, se forman demasiadas capas de piel muy duras que hacen que se pierda la flexibilidad de esa zona de piel, que acaba rompiéndose formando grietas, que pueden hasta llegar a sangrar y a ser muy dolorosas, pues cuando se llega a este punto es difícil la cicatrización.

Cuando andamos descalzos y cuando tenemos los pies al aire libre, es más fácil que esa piel se deshidrate y se seque. En las personas obesas, cuyos pies tienen que aguantar más peso, es más habitual que se formen durezas, tanto en la planta como en los talones. Si hay un gran problema de sobrepeso también es más difícil llegar a los pies, con lo que los cuidados diarios son menos y éste es otro motivo por el que se suelen tener peor.

Las personas mayores también segregan menos lípidos y la tendencia es a la sequedad de la piel, con lo que en ellas también se agudiza el problema.

La piel que se engrosa está formada por varias capas de células muertas, es por ello que cuando se padecen durezas en los pies, no son tan sensibles al tacto. Para evitar este problema, lo ideal es el cuidado diario, evitar la formación de éstas y estar muy pendiente de su evolución.

Cuando se tiene una capa muy gruesa de piel y se han formado ya grietas, el primer cuidado es preferible que se haga en manos de un especialista. Limará la parte de piel muerta, el especialista puede usar una cuchilla o una lima más potente para ir eliminando estas capas. Con ello se consigue que la piel esté más blanda y poder tratar las grietas como si de verdaderas heridas se tratara.

Para poder cuidar los pies agrietados en casa, es mejor hacerlo paulatinamente, limando poco a poco esta piel e hidratando posteriormente. Se puede usar una lima, piedra pómez o un aparato de pedicura eléctrico. Si se pasa de forma suave y progresiva diariamente, evitaremos lesionar la piel. Es preferible hacerlo con la piel húmeda, pues es mas fácil eliminarla, aunque Meritxell Martí insiste en que sea de modo muy suave.

Una vez se ha pasado en la lima que puede ser en la misma ducha o baño, se ha de aplicar la crema a conciencia, son buenas las cremas que contengan acido salicílico (que es queratolítico), urea, vaselina y/o manteca de karité. Si se hace a diario, generalmente en aproximadamente una semana se consigue reparar los talones y esas durezas. Mientras, si las grietas se han infectado es necesario usar una pomada que contenga algo de antibiótico.

Es probable que se formen más durezas en un pie que en otro o en una zona más que en otras. ¿La razón? Es debido a la manera de andar, de posarse o el roce del calzado.

Para curar las grietas se pueden usar también geles que contengan nitrocelulosa, una sustancia en forma de film protector, pues son útiles para personas que deben tener un especial cuidado por su condición o dolencia como pueden ser los diabéticos o los inmunodeprimidos.

Los parches hidrocoloides mantienen la hidratación constante de la piel, y se mejora así la reparación de la zona. Estos se ponen con la piel limpia, y no se eliminan hasta que caen, durante este tiempo la piel se va reparando.

Y por último, otra alternativa son los calcetines reparadores, que contienen en el tejido urea y ácidos salicílico, málico y cítrico; también se puede poner una crema muy emoliente y ponerse los calcetines encima durante toda la noche, así se mejora la absorción de las cremas.

2. Rozaduras y ampollas por zapatos
Las rozaduras y ampollas pueden aparecer en cualquier época del año, pero es en verano, cuando se quitan los calcetines y las medias, cuando más se pueden sufrir, sobre todo al comienzo del verano o cuando estrenamos calzado.

Las rozaduras son lesiones como si se tratara de verdaderas quemaduras, al principio la piel se enrojece, la piel se debilita hasta que se puede formar la ampolla.

Lo más habitual es ponerse una tirita que protege de la continua rozadura y esperar a que ésta se cure. Y sobre todo cambiar los zapatos que han provocado la misma. Si es debido a que la piel de éstos es demasiado dura, se puede ablandar la piel con productos específicos que venden en las zapaterías, pero también se puede usar una crema de manos o, simplemente, vaselina y calzarse los zapatos.

Sin embargo, para las rozaduras, nuestra experta prefiere aconsejar los parches hidrocoloides, que van a hacer las veces de una segunda piel.

Para aplicarlos, es importante que la piel esté limpia y seca, se aplica el parche y se mantiene la mano aportándole algo de calor, de modo que se quede totalmente adaptada y quede fijada a la piel. No debe arrancarse, ni es necesario quitarla, se puede dejar hasta que se caiga. Si deseas quitarla, se estira en la misma dirección horizontal a la piel.

Cuando se sufre una ampolla, es preferible no pincharla, ya que esto puede provocar que se levante la piel y se infecte con más probabilidad. Es preferible lavar con agua y jabón y aplicar Povidona Iodada, que va a ayudar a que se vaya secando más rápidamente.

Si la ampolla es muy grande y se va a romper por sí misma, para evitar que empeore, se puede manipular con máxima higiene. Con una jeringa estéril se puede extraer el líquido, procurando no alterar la piel, posteriormente aplicar yodo y cubrirla para evitar el roce y que empeore. Si se llega a infectar, se ha formado pus o tiene sangre, es preferible no tocarla, limpiarla bien con agua oxigenada y solución salina, y posteriormente aplicar una pomada con antibiótico.

Uno de los remedios de los peregrinos -muy acostumbrados a los ‘daños colaterales’ del camino- es pasar un hilo con una aguja (previamente esterilizada), a través de la ampolla y dejar el hilo durante toda la noche. Así, el líquido de la ampolla irá saliendo suavemente a forma de drenaje y la piel no se levanta.

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3. Sudoración y mal olor
En el pie hay más de 250.000 glándulas sudoríparas, este sudor va a ayudar a mantener la elasticidad natural de la piel del pie al mantenerlo húmedo. Pero, sin embargo, cuando el sudor es excesivo es incómodo, la piel de los pies se puede irritar, aumentan las probabilidades de que se formen hongos y el mal olor. El sudor excesivo lo llamamos hiperhidrosis.

El mal olor se debe a la combinación de bacterias con el sudor; es por ello que cuando el pie está limpio lo normal es que no huela. La mayoría de bacterias se acumulan en la planta del pie y entre los dedos. La ropa o los zapatos van a provocar que se acumulen las bacterias y, por ello, el olor es mucho más fuerte. Cuando el olor es muy fuerte lo llamamos Bromhidrosis.

El sudor tiene un olor propio característico que depende de la alimentación de la persona o por algún medicamento. Hay alimentos que hace que huela fuerte el sudor, como pueden ser el ajo, los espárragos, la cebolla o algunas especias.

Para evitar el olor desagradable de los pies, debemos extremar la higiene diaria de los mismos, usando agua y jabón, y terminando con un desodorante, que suelen contener alcohol y desinfectantes.

Otros productos que se pueden usar son los antitranspirantes y los agentes secantes o reguladores de la transpiración, como polvos de alumbre, cloruro de aluminio o hexahidrato de aluminio, magnesio o talco

Es importante prestar especial atención a los zapatos, sobre todo los más cerrados. Usarlos sin calcetines si se trata de un zapato cerrado, como puede ser una zapatilla deportiva, va a provocar la formación de bacterias, por lo que es preferible ponerse calcetines. También es conveniente limpiar las zapatillas, poner polvos secantes en ellas, o usar unas plantillas con carbón activo, tal vez la mejor solución.

4. Hongos en pies y uñas
Otro problema que puede afectar a los pies son los hongos, sobre todo debido a la humedad. Además, al ser muy contagiosos, cuando solemos ir descalzos en piscinas, baños públicos, se corre mayor riesgo del mismo, siendo el hongo más habitual el pie de atleta, en el que la piel enrojece, se produce picor y/o se forman lesiones o ampollas que pueden supurar y formar costras.

Los hongos también pueden afectar a las uñas de los pies, es importante actuar rápidamente si no queremos que se extienda en el resto de las uñas y se pierdan.

¿Qué es la onicomicosis? Este hongo se alimenta de la queratina de las uñas, provoca que la uña se amarillee, oscurezca, se engrose y se resquebraje, además posteriormente se va despegando del dedo, por lo que suele ensuciarse en la parte interior de la misma. Para curarlo se ha de ser muy constante. Cuesta mucho eliminarlos, y pueden pasar de una uña a otra.

Si el hongo está muy avanzado y lleva mucho tiempo, el médico recetará medicación oral, la cual se ha de seguir al pie de la letra durante el tiempo prescrito, generalmente 12 semanas.

Como tratamiento tópico, lo ideal son los anti-fúngicos en forma de laca de uñas , que se ha de aplicar a diario, limando la uña antes, para ir eliminando esa parte muerta. Como acción preventiva, el aceite del árbol de té es una de las sustancias más efectivas.

Cuidado de los pies

A DIARIO
Como ya nos ha explicado Meritxell Martí, si los pies se cuidan a diario evitaremos la formación de durezas y la formación de grietas en los talones de los pies.

Es por ello que el cuidado diario va a ser menor y mas rápido. Si la piel no tiene tendencia a formar durezas, con la aplicación de la misma crema corporal en los pies es suficiente.

Si se tiene tendencia a la formación de durezas, es preferible utilizar la tradicional piedra pómez o la lima suave. Posteriormente aplicar una crema especifica para los pies. Meritxell Martí aconseja usarlo en la ducha con la piel algo húmeda. Si se suda mucho, se debe aplicar un desodorante o desinfectante.

CADA SEMANA
Lo ideal sería hacerse un tratamiento más intensivo, como estar más rato con la lima, aplicar una mascarilla en los pies, aunque sea solo aplicar crema y una bolsa de plástico durante un rato, para conseguir que esta penetre bien. Se puede aplicar un regulador de la transpiración cuando el pie suda bastante.

UNA VEZ AL MES
Nuestra experta aconseja la pedicura completa por un especialista podólogo o esteticista, en la que se comienza ablandando la piel de los pies en un baño de agua templada con sales, exfoliación, tratamiento de las uñas como limar o cortar, y si se desea, esmaltar. Finalmente, hidratar la piel con un masaje, aplicando aceites o cremas.