Cultura

Las ideas creadoras de los escritores

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Por José Gómez Cerda |

Las ideas creadoras del escritor forman las cosas, hacen lo real conforme al espíritu, su obra es él mismo en lo que hace.

En escritura  es una adivinación del espíritu en lo sensible, es un hacer para deleitar la belleza, es idea creadora, como una emoción que aparece traspasada en la inteligencia.

El arte comienza con la inteligencia y la voluntad de elección.

El manantial espontáneo de las imágenes, sin el cual no hay escritura, crece y nutre la obra del escritor.

Así se manifiesta un escritor de arte, definiendo que el objeto es la obra que hay que conformar.

En el escritor  la idea creadora es una emoción de la conciencia, con inteligencia, que se va engrandeciendo con la voluntad de dar existencia, nacida de la materia, objeto de la creación.

No es materia, es la forma de la obra.

Una de las características de la escritura  moderna es su progreso en la conciencia de sí misma, el espíritu de lo que escribe, la sensibilidad de los sentidos invisibles, los misterios que se comunican, la sensibilidad de la imaginación, aunque haya entrado en guerra con la expresión del lenguaje y se separe un poco de la inteligencia.

Las ideas creadoras llegan en cualquier momento, es necesario que el escritor esté acostumbrado a percibirlas, anotarlas de  cualquier forma, una libreta, en su computadora, hasta en una servilleta, nunca sabe cuando la utilizará, mientras tanto debe ir dándole forma, aplicando detalles, porque esas ideas creadoras no volverán, llegan una vez en la vida.

Volver a encontrar al hombre y a la verdad de su naturaleza, retomar contacto con la realidad terrestre, quizás también con la realidad divina, curarse de la avaricia,  de una sensualidad espiritual, demasiado a menudo tomadas por la pureza, es para la escritura de mañana una terrible tarea, más difícil todavía, al parecer, por las circunstancias de orden moral y social en que el mundo está colocado hoy día.

El escritor  pone en su obra lo que él mismo es, no sólo lo que ve, sino lo que siente, en su esencia.

El espíritu lirico en estado puro, debemos situar en ese nivel a Arthur RIMBAUD entre los poetas que han hecho pasar las fronteras del espíritu, él es el modelo de detenerse por la desesperación.

El poeta Arthur Rimbaud fue un personaje excepcional en la literatura francesa y en la literatura universal, quién comenzó a escribir a los 10 años de edad, a los 15 compuso sus mejores poemas, entre ellos « UN BARCO EBRIO », que entusiasmó a PAUL VERLAINE. Luego ellos dos vivieron juntos en Bélgica y en Inglaterra, teniendo una relación borrascosa y extravagante, tanto que motivó a Rimbaud a escribir en prosa « UNA ESTACIÓN EN EL INFIERNO ». Su obra cumbre es « ILUMINACIONES », donde él proyecta un universo caótico.

Rimbaud es considerado « UN MÍSTICO SALVAJE ». El encontró en el corazón de la poesía una pasión que no supo soportar, buscó el salvajismo místico, alejándose definitivamente del arte cuando sólo tenía 19 años… porque le faltó la espiritualidad.

El, que llegó a ocupar lo más avanzado y precoz de la poesía, su inconsistencia espiritual lo hizo sucumbir, buscó lo absoluto y no lo encontró.

Es necesario advertir que la grandeza de la obra no depende sólo del escritor, sino también de su armonía con el mundo, con el universo humano, recorrido íntegramente por una potente inspiración y que alcanza por ahí una cierta unanimidad espiritual. 

Es en el músico donde se verifican de la manera más límpida las exigencias metafísicas de la poesía. En él, cuando falta en esto, le falta una nota más.

El novelista es como el sabio que trabaja en su laboratorio, sigue los pasos a sus experimentos; el novelista lo hace con sus personajes, vidas humanas en la ficción o la realidad, el objetivo es el conocimiento de la Persona Humana.

El novelista debe poseer valores y principios morales para trasmitir leyes de una sociedad modelo, un gobierno divino, sino es capaz de destruir la materia del arte. Novelistas como Malraux, León Tolstoi, Francois Mauriac y Grahan Greene, se nutrieron más del conocimiento moral que el poético.

El novelista es responsable de una influencia prácticamente ilimitada.

Sólo raras veces tiene por lectores a aquellos para quienes se ha escrito el mensaje y que son un número pequeño. Él lo sabe, se queja de ellos, pero se aprovecha, y sigue escribiendo.

Un buen escritor mezcla la carne y la sangre de sus personajes y las hace vivas en ellos: sus ideas no son las de un filósofo, ideas contemplativas: son las ideas de un artista.

Para el escritor  producir belleza debe estar enamorado de la belleza.

Santo Domingo, República Dominicana