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¿Ya no hay hombres como el 1965?
Por Claudio A. Caamaño Velez |
Apropósito de: el ultraje a la Constitución, el fraude electoral, las plantas a carbón, el aumento del salario de los congresistas, la botellita de agua, el encaje de Banreservas, el alza de los combustibles, los tucanos, la subida del peaje, el aumento de la factura eléctrica, y tantas otras barbaridades.
El pueblo dominicano no es indolente, actúa a su propio ritmo. La historia no me deja mentir.
Con frecuencia escucho decir “ya no hay hombres como en 1965”, argumentando que en aquel momento el pueblo abrazó su propio destino en una demostración de valentía y determinación increíbles. Pero les pregunto a ustedes ¿dónde estaban esos hombres y mujeres cuando le dieron el golpe de Estado a Bosch? ¿donde estaban cuando asesinaron a Manolo? ¿Será que habrán nacido en esos dos años? ¿Estaban en el extranjero?
El pueblo dominicano resiste, resiste y resiste, y parece que su capacidad de soportar no tiene límites… Pero lo tiene, y cuando se levanta lo hace con una energía imparable, indomable, incontenible.
Este pueblo que fue capaz de enfrentar tanques y aviones, y combatir al imperio más poderoso que ha conocido la humanidad, ¿qué no será capaz de hacer cuando decida que ya está bueno?
Es cierto que estamos falta de líderes, eso es lo de menos. Este pueblo ha demostrado que es capaz de en cuestión de horas construir sus propios líderes.
¿Qué que estamos esperando? Yo, al igual que muchos, muchísimos, estamos esperando la señal. Esa que solo sabe el colectivo cuando y como darla, y que cuando se produce nadie la para.
Esos que se creen invencibles no son nada, su poder no está en las masas ni en las armas. Se basan en una falsa institucionalidad que ellos mismos han creado, pero que su propia naturaleza la hace frágil, endeble, pírrica. Cuando el pueblo se lance tomará esa institucionalidad y se la pasa por las nalgas.
De tanto que han abusado que han ido olvidando la verdadera naturaleza de la fiera que maltratan, la más indomable que hay en toda América. Pero ese pueblo, lejos de lo se cree, no olvida, sabe bien dónde están sus verdugos, y cuando despierte de ese sueño se los comerá a todos.
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