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América, en el filo de la historia (2 de 4)

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Por Manuel Díaz Aponte

Esta semana se desarrollará la VIII Cumbre de Las Américas en Lima, Perú, donde estarán presentes los mandatarios de la región, a excepción del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, quien no ha sido invitado al evento.

Los temas tratados y sus conclusiones estaremos enfocándolos en otra entrega de esta serie “America, en el filo de la historia”.

En los albores del siglo XVIII los países del Continente Americano inician su proceso de independencia del colonialismo europeo, siendo el primero en lograrlo los Estados Unidos de Norteamérica en un acontecimiento que estremeció al mundo porque estuvo acompañado además de una cruenta guerra con su antigua potencia dominante que era Gran Bretaña. La descolonización ocurrió en 1776.

Los colonialistas europeos se resistían a abandonar las tierras conquistadas en el Nuevo Mundo aunque para ello tuvieran que llevar a la tumba a quienes osaban enfrentarlos.

Un factor que ayudó a sustituir el predominio de las potencias coloniales en América fueron las contradicciones y divisiones entre muchas naciones del viejo continente, llegándose a enfrentar sucesivamente en conflictos armados ya sea por alcanzar el predominio económico, político, estratégico o territorial.

Con la creación de instituciones en los ámbitos de las decisiones políticas el poderío absoluto que ejercían los reinados coloniales fue disminuyendo paulatinamente, dando paso al surgimiento de la organización de la sociedad.

El colonialismo era en sí mismo autoritario, centralista, dominante, cruel y sobretodo muy ambicioso en cuanto a la exploración, acumulación y búsqueda de riqueza en los territorios conquistados por la fuerza.

Estado Moderno

Antes de salir de América las potencias coloniales europeas no tan solo cargaron con toneladas de minerales, oro y piedras preciosas extraídas del Nuevo Mundo, sino que por igual, dejaron un serio y complejo sistema de división territorial.

Desde la conformación del Estado-Nación moderno que hoy conocemos, las decisiones importantes en el mundo han girado en torno a sus instituciones.

Esta visión política se remonta a Europa a finales del siglo XV, como consecuencia de la decadencia de las instituciones medievales, es decir, la nobleza y el clero, base de sustentación del antiguo sistema feudal.

“Desde la Segunda Guerra Mundial, pequeñas entidades feudales se han incorporado a la China moderna y más de dos decenas de Estados-nación se han integrado en la UE supranacional. China, la Unión Europea y Estados Unidos son los tres imperios naturales del mundo; todos ellos están unificados geográficamente y, desde el punto de vista militar, económico y demográfico, son lo bastante fuertes para expandirse”, relata Parag Khanna, en la página 29 de su libro: “El Segundo Mundo. Imperios e Influencia en el nuevo orden mundial”.

El desencadenamiento de la guerra de Independencia de los Estados Unidos es uno de los episodios más impactantes de la historia de este continente, que llevó a otros pueblos americanos a luchar por su emancipación del yugo colonial europeo.

Tratado de Paris

Este conflicto entre las trece colonias británicas originales en el Norte de América contra el poderoso Reino de Gran Bretaña se extendió entre 1775-1783, y tras la derrota de los británicos se procedió a la firma del Tratado de Paris.

El nacimiento de lo que conocemos como Estados Unidos de Norte América se debió en gran medida al apoyo recibido de otros países entre los que estaban Francia y España, que aportaron tropas terrestres, armas y navíos.

Ello generó un efecto dominó e inspiración entre las otras naciones americanas y consecuentemente abrió las compuertas para el surgimiento de los estados-nacionales modernos.

Los reinados de España y Portugal fueron las primeras potencias de Europa en conquistar territorios de América, estableciendo una enorme plataforma de control que incluía el uso de la fuerza de las armas; su cultura, bandera, costumbres, idioma y reorganización interna de las áreas ocupadas.

Hacia Centroamérica y El Caribe se dirigieron Cristóbal Colón y sus acompañantes financiados por los Reyes Católicos de España, en tanto, que en la zona andina de Suramérica, concretamente en lo que hoy es Brasil arribó el 22 de abril del año 1500 desde Portugal una flota armada de esa nación, presidida por Pedro Alvares Cabral.

En el cuarto viaje al Continente Americano el navegante de origen italiano pudo descubrir las costas caribeñas de Honduras, Nicaragua, Panamá y Costa Rica.

La colonización europea en América fue impuesta con mayor fuerza por el reinado español que tras el éxito alcanzado por Cristóbal Colón, hizo que la corona de Gran Bretaña, Portugal, Francia y Holanda decidieran patrocinar cruzadas colonialistas para extraer riquezas esparcidas por el Nuevo Mundo.

Ello generó una serie de interrogantes y desafíos sobre el destino que debería seguir esta región; y además, fue determinante para que surgiera un liderato como el que personificó el libertador Simón Bolívar que luchaba no tan solo por la supresión del colonialismo en la zona sino también por la liberación y emancipación de los pueblos.

¿Fue Simón Bolívar el punto de partida para el inicio de la independencia e institucionalización en el Continente Americano?

Indiscutiblemente que su liderazgo y capacidad de movilización contagió a más de un pueblo latinoamericano que veía en él a un símbolo de la dignidad y decoro.

El inmenso Bolívar

Supo blandir con valor y gallardía su espada de liberación y proclama independentista tras liderar cruentas y sucesivas guerras en Colombia; Panamá, Bolivia, Venezuela, Perú y Ecuador.

Unánimemente se le reconoce como el “Libertador de América”tanto por su sagacidad estratégica como líder político y militar, así como por su visión integracionista del Continente.

Al abordar magistralmente el Derecho Internacional Americano, el doctor Luis Arias dice que su origen podría remontarse a partir de la emancipación de las Repúblicas Sudamericanas. Pero concretamente, desde cuando las naciones de esa región proclaman en común los principios de política internacional que deberían regirles.

Arias en su valiosa obra: “Manual de Derecho Internacional Público Americano”, precisa que “se puede afirmar que la expresión fue formulada por primera vez durante el Congreso de Panamá de 1826 convocado, por Simón Bolívar, Libertador de América, Presidente de Colombia en ese entonces”.

En dicho evento regional, comenta Arias, el delegado de Perú formuló una propuesta que encargaría dos personas de presentar un “proyecto de Código de derecho de gentes americano que no esté en contradicción con las costumbres europeas”.

Obsérvese, que esa iniciativa evitaba confrontar con el imperio colonial español cuya influencia y poderío gravitaba en la comunidad americana.

Los aprestos de unificación de las naciones americanas se consolidaron entre 1831, 1838 y 1840 cuando a iniciativa de México se trató seriamente en nuevos Congresos la necesidad de crear un Código de derecho internacional tendente a reglamentar las relaciones entre los países del Continente Americano.

Artículo de Manuel Díaz Aponte