El sepulcro, ubicado en la necrópolis de Zeraa Abu El Nagaa, perteneció a un alto funcionario local, de la dinastía XVIII, nombrado Userhat.
Según explicó hoy en conferencia de prensa Mustafa Waziry, director de antigüedades de Luxor y jefe de la expedición arqueológica, desde principios del siglo XX se conocían referencias a la existencia de la tumba, pero no fue hasta el pasado mes de marzo que se localizó su entrada.
Entre los artefactos recuperados hasta el momento, reveló, se cuentan seis ataúdes de madera bien conservados, decorados con colores, incluida pinturas de oro, máscaras funerarias, y mil 50 estatuillas nombradas ushabti, que representan a servidores destinados a acompañar al difunto en la vida eterna, según las creencias de la época.
Parte de las momias encontradas, aclaró Waziri, pertenecen a una época posterior, de la dinastía XXI, cuando la tumba original fue empleada para esconder restos funerarios de otros nobles ante el temor que éstos fueran saqueados, práctica común en la antigüedad.
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