Cultura

Botero en Nueva York y el arte de tocar

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Nueva York, Estados Unidos, 27 ene (PL) Eva y Adán, en su colosal desnudez, sorprenden desde sus casi cuatro metros de altura a quienes entran al lugar para realizar compras y descubren las gigantescas formas y dimensiones del artista colombiano Fernando Botero.

Cerca una de la otra, las obras interrumpen la rutina comercial del Time Warner Center, lejos del sacrosanto ambiente de las galerías de arte, pero aún protagonistas del espacio.

Algunos pocos pasan por su lado y siguen de largo, pero muchos se detienen a mirar las voluminosas esculturas y hasta las tocan en ciertos lugares, con especial curiosidad.

Tal vez Eva impone respeto con sus curvas femeninas, pero el pene de Adán se ha convertido en el centro de atención: las personas lo agarran o frotan para tomarse una foto y hay quien dice que el gesto atrae la buena suerte y una excelente salud sexual.

Según explicó en una ocasión a The New York Times el gerente del centro comercial, David Froelke, un especialista renueva la pátina de esa zona con cierta frecuencia, aunque el trabajo no dura mucho. Además, dijo sentirse feliz de la interacción de las personas con la obra.

El toqueteo también complace a Botero porque -a su juicio- el arte es comunicación, que la gente reaccione y quiera interactuar con la obra es muy bueno, ‘significa que la sensualidad de la escultura ha llegado’.

Las corpulentas figuras logran detener el ritmo de la compra frenética. Los espacios públicos -así sea un centro comercial- parecen ser el lugar preciso de las esculturas de Botero.

El lugar donde está ubicada la pareja primigenia forma parte de un complejo comercial, hotelero y residencial que transformó el paisaje cerca del Parque Central de Nueva York a inicios del siglo XXI.

Adán y Eva tienen el magnetismo justo para atraer a las cámaras en una zona muy frecuentada por turistas como la de Columbus Circle, donde convergen importantes avenidas de Manhattan.

Frente a ellas, más allá de la enorme vidriera, el almirante Cristóbal Colon compite por alzarse en medio de la verticalidad de la ciudad y también se roba los flashazos.

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