Cultura

De la cocina a la animación: caminos surrealistas de Salvador Dalí

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Por Ibis Frade*

La Habana (PL) Que Salvador Dalí fue uno de los grandes del surrealismo eso casi nadie lo duda, pero tal vez sus dotes culinarias sí despierten suspicacia en más de uno, justo cuando se publicará nuevamente su libro de recetas.

La editorial alemana Taschen lanzará al mercado el próximo 20 de noviembre el volumen Las cenas de Gala, escrito por el pintor español e inspirado en una de sus musas más recurrentes en el arte: su esposa.

Desde su lanzamiento en 1973, esta resulta la primera reedición del texto que retrata de una forma ‘extravagante’ el gusto culinario del artista, según publicita el sello teutón.

Los platillos que se servían en las legendarias cenas que Dalí organizó junto a su esposa Gala fueron la inspiración de este recetario que mostrará al público una visión desaforada de la gastronomía del artista.

El libro cuenta con 136 recetas agrupadas en 12 capítulos, uno de ellos dedicado a platos afrodisíacos. Además, está ilustrado con collages, pinturas y dibujos de Dalí.

Se estima que en el mundo solo existen actualmente alrededor de 400 unidades impresas de ese recetario, y algunos se han subastado en altas sumas. En una ocasión, el autor de Los relojes blandos dijo que a los seis años su deseo más grande era convertirse en chef, pero la vida lo llevó por otro camino.

Sin embargo, el gusto por el arte culinario nunca desapareció y la prueba está en esa producción de la editorial alemana de Taschen.

A Dalí le encantaba el espectáculo y exhibía con fruición sus excentricidades. Pero después de la muerte de su esposa Gala, intentó suicidarse varias veces y dicen que perdió el deseo de vivir…

La vida de Dalí también estuvo llena de sucesos ‘surrealistas’. Tuvo un hermano que no conoció, pues murió unos meses antes de su nacimiento, y con quien compartió el mismo nombre: Salvador.

No es de extrañar entonces que el genio de los relojes derretidos ara que su hermano se había reencarnado en él.

Si bien su obra era transgresora en su concepto y técnica, se declaró gran admirador de la pintura clásica y en especial de Diego Velázquez. Al parecer, su bigote puntiagudo imitaba al del pintor español de Las Meninas.

Andy Warhol aseguraba que Dalí fue la influencia más importante del Pop Art y mucho de esa corriente tenía el logo que el catalán diseñó 1968 para Chupa-Chups, justo el que sigue utilizando hoy.

Dalí convivió y fue amigo de otros grandes de su generación, como Federico García Lorca y Luis Buñuel. Un tanto menos publicitada fue su amistad con Walt Disney.

La de Dalí y Disney fue, indiscutiblemente, una relación con algunos tintes surrealistas, esos que tanto gustaban al pintor catalán amante de las excentricidades y los misterios de las gavetas.

El Museo Dalí en Florida (Estados Unidos) abrió a principios de este año y hasta junio la exhibición Disney y Dalí: Arquitectos de la Imaginación, especie de reseña gráfica de su amistad y anhelos creativos conjuntos.

Dalí creyó encontrar en Disney un ‘alma gemela’ cuando vio el baile de esqueletos de la serie Silly Symphony (transmitida de 1929 a 1939).

Esas imágenes llamaron su atención de forma particular, según explicó Ted Nicolaou, curador de la muestra.

Pero ya al padre de uno de los emporios de animación más grandes del mundo se le había despertado la admiración por el pintor luego de leer su autobiografía. Incluso, le envió su ejemplar para que lo firmara.

Más tarde, acarició la idea de trabajar juntos en una cinta de animación similar al musical Fantasía, de 1940. De hecho, el artista español ya había realizado parte de la secuencia de un sueño para Spellbound, de Alfred Hitchcock.

Finalmente se conocieron en 1945, en una de las tantas fiestas de Hollywood y aunque ambos tenían estilos y personalidades diferentes, compartían la misma fascinación por el mundo fantástico.

Entonces surgió la idea de realizar la película Destino, y Disney le presentó a Dalí uno de sus animadores de mayor confianza: John Hench, para que lo ayudara con el audiovisual.

Pero el grande del surrealismo tuvo problemas cuando intentó crear una trama que complaciera a Disney y las diferencias entre ambos crecieron.

Dalí quería que el filme fuese una ‘exposición mágica de vida en el laberinto del tiempo’. El cineasta estadounidense la veía simplemente como ‘una historia de amor, un chico que conoce a una chica’.

En medio de aquellos criterios encontrados, Dalí introdujo unas extrañas imágenes de jugadores de béisbol y bailarinas sin cabezas. La historia no dio para más y tras haber gastado unos 70 mil dólares en el proyecto, Disney decidió cancelarlo.

Con su ego inmenso y su alta estima de sí mismo y su obra, no es de extrañar que Dalí se sintiera resentido, pero la ‘separación profesional’ no interrumpió la amistad: se siguieron visitando mutuamente, hablaban de pesca y hasta de hacer un filme basado en Don Quijote.

Disney murió en 1966 y Dalí en 1989 sin haber concluido ningún trabajo juntos. Pero los tercos herederos de ambos creadores no se dieron por vencidos y en 2003, vio la luz finalmente Destino, bajo la dirección del francés Dominique Monfery.

Salvador Felipe Jacinto Dalí i Doménech, cuya creación fue casi tan exuberante como su nombre, plasmó una peculiar visión del mundo, llena de imágenes oníricas. Ahora, con el uso de las modernas tecnologías, muchas de sus obras son adaptadas a la realidad virtual. Además de ser un famoso pintor, fue escritor, escultor, escenógrafo y grabador. Incluso, se dedicó a la cocina, aunque -al parecer- esta faceta fue la que menos pudo desarrollar en su carrera. rc/ifb

*Periodista de la Redacción Cultura de Prensa Latina.